sábado, 20 de agosto de 2011

Mary Wortley Montagu.

Viajera intrépida y aventurera, pionera de los viajes a Oriente y también “la primera mujer occidental en acceder a los harenes otomanos", cosechó fama en el terreno literario como poetisa, critica literaria y memorialista, pero su nombre está profundamente ligado a la medicina desde donde contribuyó a la profilaxis de la viruela, por medio de la práctica de la inoculación, que después será conocida como “vacunación”, paso trasgresor y revolucionario liderado por una mujer cuya visión científica se adelantó con mucho al descubrimiento reconocido y oficial de Edward Jenner, el cual tendría lugar setenta años después.


Mary Montagu, de nombre y título completos Lady Mary Wortley Montagu, nació en Nottingham, un 26 de mayo de 1689, falleciendo el 21 de agosto de 1762. Era la hija mayor de Evelyn Pierrepont, duque de Kingstone y  marqués de Dorchester. Su madre, que murió siendo ella aún niña, era hija de William Feilding, conde de Denbigh. 

Se cuenta que su padre estaba orgulloso de su belleza e ingenio, y a la edad de ocho años la inscribió en el Kit-Kat Club, circulo literario reservado sólo a los hombres. Si bien el duque no prestó mucha atención a la educación de sus hijos, Mary fue animada a emprender estudios autodidactas por Gilbert Burnet, obispo de Salisbury,  a quien a los 20 años le escribia:

"Por lo general, a mi sexo se le prohíben estudios de esta naturaleza, y se considera locura en nuestra propia esfera; pronto se nos perdona cualquier exceso antes que el que pretendamos leer o tener buen sentido. No se nos permiten libros, excepto los que tienden a debilitar y afeminar la mente [...] Difícilmente hay un carácter más despreciable, o más susceptible de ridículo universal, que el de una mujer erudita: esas palabras implican [ser] una criatura charlatana, impertinente, vana y engreída".
 
Mantuvo una estrecha amistad con Mary Astell, considerada como “la primera feminista inglesa” y con Anne Wortley Montagu, con la que mantuvo una animada correspondencia. No obstante, las cartas de Anne solían ser copias de escritos de su hermano Edward Wortley Montagu. Tras la muerte de Anne en 1709 la correspondencia entre Edward y Lady Mary continuó sin intermediarios. 
 
Su padre le impuso un matrimonio con un marido elegido por él y Mary decidió escaparse de casa para casarse en secreto con Edward Wortley Montagu a quien su padre rechazó al negarse a vincular sus bienes a un posible heredero. Los primeros años de matrimonio de Lady Mary Wortley Montagu pasaron en la vida retirada en el campo. Su marido era miembro del Parlamento inglés por Westminster desde 1715, y poco después fue nombrado Lord Commissioner del Tesoro. 
 
Mary no sólo se interesó por la medicina, sino también por problemas filosóficos relativos al conocimiento científico, a la tolerancia de la herejía en la ciencia  y a otros aspectos de la cultura; no obstante, tras la muerte de su hermano, enfermo de viruela, centró sus investigaciones en la profilaxis de este mal endémico y epidémico. Ella misma sufrió la enfermedad a la edad de veintiséis años, antes de poner rumbo a Constantinopla para acompañar a su marido, cuando en 1716 fue nombrado embajador ante la Sublime Puerta (Imperio Turco). 

La historia de este viaje y sus observaciones de la vida en Oriente se cuentan en las Cartas de la Embajada Turca (Turkish Embassy Letters), una serie de cartas vivaces y llenas de descripciones gráficas que,  se suelen considerar como inspiración de las siguientes viajeras/escritoras femeninas y también de buena parte de la producción artística que se engloba en el concepto de orientalismo. Es considerado el primer texto sobre la sociedad musulmana de oriente próximo escrito por una mujer y al parecer, Ingres se inspiró en el para su célebre cuadro El baño turco.





Del Imperio otomano trajo a su vuelta a Inglaterra la práctica de la inoculación como profilaxis contra la enfermedad. Hizo inocular a sus propios hijos: Edward se convirtió en el primer ingles vacunado y Mary nacida en Constantinopla en 1718 fue inoculada. Con esta practica la madre  se enfrentó a los poderosos prejuicios que había contra tal práctica. 

A su regreso a Inglaterra, convenció a la esposa del príncipe de Gales, futuro Jorge II para que vacunase a su propio hijo. En 1720 logró inmunizar a los presos de la cárcel londinense de Newgate y su iniciativa se difundió por todo el mundo en 1723, desde EEUU a Rusia. En 1733 la noticia del método apoyado por Mary llegó a Francia a través de una carta dirigida a Voltaire, siendo introducida la vacuna en Versalles tras la aprobación del rey Luis XV pese a contar con la oposición de los académicos franceses de medicina. No será hasta 1786 cuando se difunda ampliamente la practica de la inoculación.

Por medio de la práctica de la inoculación, que después será conocida como “vacunación”, logrará abrirse paso revolucionando los métodos de su práctica. Y habrá que reconocer que este paso trasgresor y revolucionario lo da una mujer cuya visión científica se adelantó con mucho al descubrimiento reconocido y oficial de Edward Jenner, el cual tendría lugar setenta años después.
 
En 1739 tras haber pasado veinte años en Constantinopla, Lady Mary dejó a su marido y acompañado de un enorme escándalo en la sociedad de la época, se instala en Venecia donde continuó con su propia vida. Aunque siguieron escribiéndose afectuosamente, nunca más se encontraron. 

En Florencia en 1740 conoció a Horace Walpole, quien desarrolló un gran rencor contra ella y exageró sus excentricidades en algunos textos satíricos. Años atrás, ya se había ganado la enemistad del poeta Alexander Pope, al rechazarlo como amante.

Mary residió sucesivamente en Avignon, Brescia y Lovere, en el lago d’Iseo. Una dolorosa enfermedad de la piel la dejó desfigurada y le causó grandes dolores. Sus sufrimientos eran tan agudos que temía la posibilidad de caer en la locura. 

Sufrió una aguda crisis mientras visitaba a la condesa Palazzo y a sus hijos, y quizá su condición mental hizo necesaria la disminución del ritmo de su vida social. Su hija Mary, cuyo marido era por entonces Primer Ministro, le rogó que volviese a Inglaterra. Lady Mary llegó a Londres para morir el mismo año de su regreso, el 21 de agosto de 1762. En 1901, sus cartas fueron editadas y publicadas como The Best Letters of Mary Wortley Montagu por Octave Thanet. En 2003, Jennifer Lee Carrell publicó The Speckled Monster: A Historical Tale of Battling Smallpox, que cuenta la lucha de Lady Mary para introducir la inoculación de la vacuna contra la viruela en Londres, a partir de sus diarios y correspondencia personal. 
 
Mary también destacó por su tensa defensa de los derechos de las mujeres y por haber fundado un importante circulo cultural que atrajo a numerosos amigos eminentes entre los que abundaron los literatos. Su status actual como autor e icono feminista se debe en gran medida a su renovada asociación literaria con el movimiento feminista. 



Sin lugar a dudas es a ella a quien debemos la decisiva intervención para que la práctica médica occidental conociera y se beneficiara de este proceso preventivo que salvó miles de vidas; si, además, asumimos que –tal como afirman algunas investigadoras– Jenner conoció los trabajos de lady Mary y pasó a la historia como el descubridor de la vacuna contra la viruela perfeccionando sus técnicas, es menos justo que sólo recordemos ese hecho mientras que “nadie recordó la lucha de Mary por implantar en su país este método para prevenir la enfermedad”. 

Debieron pasar muchos años hasta que, en 1796, Edward Jenner cobrara relevancia por el desarrollo de la vacuna. Si bien existían algunos escritos sobre la inoculación en Inglaterra, Mary fue la responsable de que el método se divulgara en todos los recovecos de Europa, y esto constituye un ejemplo de cómo las mujeres jugaron y juegan roles fundamentales para la Ciencia, a pesar de ser, en muchas ocasiones, invisibilizadas por la historia.









Fuentes: Wikipedia, “Las pioneras” (Levi-Montalcini y Tripodi )


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