Química especializada en polímeros, y con una demostrada curiosidad científica, está considerada como la madre del Kevlar. Una fibra de color dorada, ligera pero cinco veces más resistente que el acero, que se utiliza para la construcción de chalecos anti-balas, cascos, escudos, neumáticos, guantes de cocina, botas, cables, frenos, piezas de aviones e incluso colchones.
Stephanie Kwolek nació un 31 de julio de 1923 en Pittsburgh, en la ciudad de New Kensington, Pennsylvania. Su padre trabajaba en la industria del acero en Pittsburgh, pero fue un naturalista en el fondo, mientras que su madre que fue al principio un ama de casa, mas tarde fue una mujer de carrera. De su padre, Stephanie aprendido mucho acerca de la naturaleza. Su madre le dio el amor por la costura y tejidos. Antes de su amor por la química y la medicina, Kwolek pensó que podría convertirse en una diseñadora de moda. Su padre murió cuando ella tenía diez años de edad.
Desde pequeña mostró habilidades en las ciencias naturales y disfrutaba sus clases de ciencia y matemáticas por lo que terminó desarrollándose en las ciencias durante su vida académica en los niveles de educación media superior y superior. Esto le abrió las puertas al Instituto Tecnológico de Carniegie (ahora la Universidad de Carneige-Mellon) donde se graduó con un B.S. Bachelor of Science en química en 1946.
Inmediatamente comenzó a trabajar en una empresa dedicada a varias ramas industriales de la química: E. I. Du Pont de Nemours and Company DuPont, en Buffalo, Nueva York. Después de cuatro años fue transferida a Wilmington, Delaware al laboratorio de investigación de fibras textiles de la misma empresa.
A mediados de los años sesenta, esta licenciada en química, era una de las pocas mujeres en la plantilla de investigadores de la multinacional DuPont, destinada en un centro experimental con el específico encargo de encontrar una fibra resistente para reforzar neumáticos y facilitar el ahorro de combustible. “No fue exactamente un momento eureka”, recuerda Stephanie Kwolek sobre el día en el que una lechosa solución de polímeros empezó a gotear de su espátula de laboratorio como si fuera agua.
Stephanie se encontraba realizando experimentos con polímeros, cuando llegó a resultados que consideraba erróneos, Sabiendo que la mayoría de los polímeros tienen una consistencia un tanto viscosa, Stephanie sospechó que podía haberse topado con algo interesante pero primero confirmó que su solución cristalina no era producto de un proceso accidental de contaminación. Los primeros análisis indicaron que la nueva fibra presenta un record de fortaleza y resistencia. Pero tuvo miedo de comunicar su descubrimiento a sus jefes, por lo que repitió las pruebas una y otra vez, para no quedar en evidencia por haber realizado un falso descubrimiento. Inmediatamente, DuPont asignó todo un equipo de sus científicos para rentabilizar el trabajo de Stephanie lanzando en 1971 el producto Kevlar cuyos derechos básicos de patente ya son del dominio público.
Los primeros usos del Kevlar® se dieron en llantas dado que su descubrimiento se dio en la búsqueda de materiales resistentes para neumáticos, pero actualmente ya se usa en el diseño de artículos espaciales, cables submarinos, cascos y frenos de automóviles. Además el uso más común es en la fabricación de chalecos antibalas usados por policías y militares a nivel mundial.
Stephanie continuó trabajando para Dupont Company and the National Research Council of the National Academy of Sciences (NAS), a pesar de su retiro en 1986. Su carrera estuvo llena de logros, entre los cuales destacan 17 patentes y múltiples reconocimientos como una publicación en Delaware Section Publication Award de la American Chemical Society (ACS), un D.Sc. honorario por parte del Instituto Politécnico de Worcester, en 1981 y un reconocimiento al mérito por parte de la Asociación de Alumnos de la Universidad de Carneige-Mellon.
Stephane Kwolek -que atribuye el origen de su afán investigador a su fascinación por la naturaleza y los experimentos de su padre con plantas- es especialmente puntillosa a la hora de asumir crédito solamente por su descubrimiento inicial. Aún así, acumula toda clase de galardones y honores, como haber sido incluida en el “hall” nacional de los inventores en Akron (Ohio), donde se codea con figuras históricas como el polifacético Thomas Edison o los aeronáuticos hermanos Wright.
Desde su sencilla casa en Delaware, el consejo de Stephanie Kwoke para las jóvenes que quieran dedicarse a la ciencia es que se marquen el objetivo de cursar un doctorado y una doble especialidad, como por ejemplo química y matemáticas. Aunque de volver a empezar, ella lo tiene bastante claro. Se habría dedicado a la bioquímica para salvar todavía más vidas que con el Kevlar.
Interesante Articulo.
ResponderEliminarMe parece un elemento util.Creo que es bueno que cientifcos (quimicos)experimenten para hallar nuevos materiales.
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