La voz más crítica del Imperio. Ni las amenazas de la derecha más reaccionaria la hicieron callar, y demostró con palabras y hechos su hondo compromiso por buscar un mundo menos cruel. Escritora, ensayista, directora de cine y polémica intelectual, causó polémica cuando corresponsabilizó a los líderes norteamericanos de la devastadora tragedia del 11 de septiembre de 2001, en Nueva York, y la condena a la decisión de enviar tropas norteamericanas a Oriente Medio y la invasión a Irak. Fue acusada por influyentes columnistas de traidora y se esparció un rumor que la apodaba Osama Bin Sontag.
Nacida el 16 de enero de 1933 en Nueva
York, recibió el nombre de Susan Rosenblatt. Fue hija de Jack Rosenblatt y
Mildred Jacobsen, ambos judíos estadounidenses. Su padre se dedicaba al negocio
de comercio de pieles en China, donde falleció a causa de la tuberculosis
cuando Susan contaba con cinco años de edad. Siete años después su madre
contrajo matrimonio con Nathan Sontag, y desde ese momento Susan y su hermana
Judith adoptaron el apellido de su padrastro.
Sontag se crio en Tucson (Arizona) y en
Los Ángeles, donde se graduó en la North Hollywood High School, a la edad de 15
años. Lo más asombroso es que a esta edad, era también consciente de tener un
don especial. Entonces se llamaba Rosenblatt, y hacia listas interminables (un
hábito que mantendría toda su vida) en las que apuntaba qué leer, en qué
pensar, qué hacer. La primera, cuando le faltan tres meses para cumplir 15
años, empieza así: “Creo: a) que no hay un dios personal o vida después de la
muerte; b) que lo más deseable es la libertad de ser fiel a uno mismo, c) que
la única diferencia entre los seres humanos es la inteligencia; d) que el único
criterio de una acción es su efecto último en la felicidad de una persona, e)
que está mal privar a cualquiera de la vida (…)”.
Prosiguió estudios en universidades de
Berkeley, Chicago, París y Harvard. Con 16 años llega a la Universidad de
California y hace por primera vez el amor con una mujer (Harriet, la misma con
la que a lo largo de muchos años, intermitentemente, mantendría una relación).
Por entonces, confiesa: “Dios, vivir es enorme” y poco después, “todo comienza
a partir de ahora, he renacido”. A los 19 años, acepta casarse con un joven
profesor (“me caso con Philip con plena conciencia-temor a mi voluntad de
autodestrucción”) tras un noviazgo de diez días, con quien tendrá su único hijo,
David Rieff, que se convertiría en el editor de su madre en la editorial Farrar
Straus and Giroux.
Entre 1955 y 1957 cursó el doctorado en
filosofía y trabajó junto con su marido en el estudio Freud, la mente de un
moralista, que de alguna manera puede considerarse su primera publicación; al
mismo tiempo, sin embargo, su matrimonio comenzó a fallar. Sontag y Rieff se
divorciaron a fines de los años cincuenta, y en 1957 ella viajó a París para
continuar sus estudios en la Sorbona. Tenía veinticuatro años y había vivido en
cinco ciudades. Desde entonces sostuvo relaciones con Harriet
Sohmers Zwerling (con la que convivió tras una intensa relación en París en
1957), con la dramaturga cubana María Irene Fornés, y con la fotógrafa Annie
Leibovitz.
Cuando regresó a Nueva York, Sontag
comenzó una carrera académica que parecía acorde con su preparación, pero no
tanto con sus intereses: tras iniciarse como conferenciante de filosofía en el
City College y en el Sarah Lawrence College, pasó a la Universidad de Columbia,
donde fue profesora en el Departamento de Religión durante cuatro años. Fue una
época definitiva, había comenzado a escribir con intenciones serias, y en 1963
apareció su primera novela, “El benefactor”. El libro le abrió las puertas de
varias publicaciones neoyorquinas y durante los años sesenta, escribió con
frecuencia para Harper’s y The New York Review of Books, entre otras, pero
sobre todo fue una especie de colaboradora de The Partisan Review.
Sontag fue una de las voces más
autorizadas, pues exploraba la distancia que hay entre la realidad humana,
cultural, artística y nuestra interpretación de esa realidad. En 1968 apareció
el libro que reunió esos ensayos, “Contra la interpretación”, que se convirtió
inmediatamente en una de las banderas de su generación. El eje del libro es una
oposición radical a la búsqueda de significados en la obra de arte, y la
defensa de la intuición como medio para acercarse a la experiencia del fenómeno
artístico. Con él, Sontag adquirió una reputación de intelectual independiente
y al mismo tiempo se reveló como una mujer capaz de reinterpretar la vida
americana a la luz de las culturas clásicas europeas.
Susan en 1960 |
En ese momento, muchos la veían como la intelectual reina de Estados Unidos. No era para menos: como artista y como pensadora, Sontag seguía extendiendo su campo de influencia. En uno de sus ensayos había escrito con admiración acerca de Ingmar Bergman, y el cambio de década la vio estrenándose como guionista y directora de cine. Sus películas Duelo de caníbales (1969) y Hermano Carl (1971) fueron realizadas en Suecia, país del que llegaría a ser algo así como una ciudadana adoptiva.
En 1968 fue enviada como periodista a la
guerra de Vietnam, una experiencia que marcó su vida. Después visitó Israel,
donde rodó Tierras prometidas (1973), un documental sobre las tropas israelíes
en los Altos del Golán. Ninguna de sus producciones recibió la atención prevista, aunque su
realización dio lugar a uno de los ensayos-clave de la época: “Sobre la
fotografía” (1977). El libro, una nueva reinterpretación sontaguiana del mundo,
no venía ilustrado con fotografías; en él, la escritora reivindicaba la
potencia y la autoridad de la palabra escrita.
Por esas fechas, la autora tenía otras
preocupaciones perentorias, pues llevaba varios meses enfrentándose a un
cáncer. Al tiempo que soportaba el arduo tratamiento contra la enfermedad,
Sontag ponía la experiencia por escrito. El resultado fue “La enfermedad y sus
metáforas”. Diez años más tarde, el ensayo fue ampliado con “El sida y sus
metáforas”. Ambos textos examinan la forma en que los mitos de ciertas
enfermedades crean actitudes sociales que pueden resultar más dañinas para el
paciente que las enfermedades mismas.
A fines de los años setenta Sontag fue nombrada miembro de la Academia Americana de las Letras. Su papel como activista de los derechos humanos empezaba a ganar en intensidad; a partir de entonces, su presencia pública se hizo más frecuente, y más frecuente fue también su implicación en organizaciones, tanto literarias como políticas.
Entre 1987 y 1989 presidió el Pen
American Center. La labor que llevó a cabo desde allí, a favor, sobre todo, de
escritores encarcelados, anticipó su papel de figura pública, que se hizo
palpable durante la década siguiente, y quedó condensado, sobre todo, en su
viaje a Sarajevo, una de las demostraciones más célebres y mediatizadas de
compromiso de un escritor con el mundo.
La autora, que sostenía que los
intelectuales debían comprometerse, cuestionó duramente a los escritores que se
negaron a viajar a Bosnia, viaje que ella realizó en plena guerra, para
impartir clases en la Academia Dramática de Sarajevo. Allí montó, en
colaboración con el director bosnio Haris Pasovic y actores de diferentes
etnias, Esperando a Godot, de Samuel Beckett. Regresó varias veces para dar
clases de cine y desarrollar proyectos de enseñanza. Decía, después de las
imágenes más espeluznantes que le tocó presenciar, que para imaginar Sarajevo
había que multiplicar a Bagdad por 500. "No había vida normal. No había
agua, electricidad, teléfonos, las escuelas estaban cerradas. Se estaba bajo un
continuo bombardeo", recordó la escritora, que en 1993 participó de la
fundación del Parlamento Internacional de Escritores, creado para defender la
libertad de expresión y proteger a los autores perseguidos.
Para cuando llegó a los escenarios de la
guerra, además, Sontag ya había publicado El amante del volcán (1992), una
novela que se convirtió en best-séller. Tras pasar allí varias temporadas,
Sontag fue nombrada ciudadana honoraria de Sarajevo.
Fotografiada por Annie Leibovitz |
En 2000 Sontag publicó su cuarta novela, En América, la historia de una inmigrante polaca del siglo XIX. La novela recibió el National Book Award, y al año siguiente mereció el siempre polémico Premio Jerusalén. En 2003 la autora compartió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras con la marroquí Fátima Mernissi, y fue galardonada con el Premio de la Paz que otorgan los libreros alemanes. El año anterior había aparecido Ante el dolor de los demás, un breve ensayo que une dos de sus obsesiones: las imágenes y la guerra. El libro defiende el derecho de los hombres a cerrar los ojos ante las imágenes de violencia que los asedian todos los días. Todos saben, sin embargo, que Sontag ha dedicado su vida a practicar exactamente lo contrario.
Los últimos años de su vida
mantuvo una relación sentimental con la fotógrafa Annie Leibovitz. Se
conocieron en 1988 en el registro fotográfico que le hacía Leibovitz a Sontag
para la contraportada del libro El Sida y sus metáforas, en el cual Sontag se
ocupó de desocultar nuestras más naturalizadas creencias sobre la enfermedad en
nuestro cuerpo, explorando en el lenguaje y la literatura de una forma sencilla
–con un estilo directo y diáfano– referencias e imágenes de nuestra cultura
esparcidas en la cotidianidad. Sontag convivió hasta su muerte con diferentes
formas de cáncer a partir de la mitad de los años setenta. Consideró el cáncer
y el sida de especial interés como enfermedades atravesadas por la falsa idea
de una muerte inevitable –enfermedades mortales– y cargadas de metáforas
negativas de derrota y de vergüenza sobre las que no se podía hablar, las
cuales había que evitar por feas y decadentes, desprovistas de romanticismo y
espiritualidad.
Siempre intentó hacer pensar desde otro
punto de vista. Sus ideas en algún momento aparecieron como radicalizadas. En
el siglo XXI criticó las invasiones de EE.UU. en medio Oriente, y se preguntó
si el atentado a las Torres Gemelas de 11-S no tendría que ver con la política
exterior de su país. Por ello, fue blanco de campañas en su contra, que
incluyeron el pedido a que las empresas no auspiciaran en medios que publicaran
sus artículos
Sontag falleció el 28 de diciembre de
2004, en el hospital Memorial Sloan Kettering de Nueva York, a la edad de 71
años, debido a complicaciones de un síndrome mielodisplásico que desembocó en
una leucemia aguda. El origen de la leucemia fue probablemente la
radioterapia recibida casi tres décadas antes, empleada para la curación del cáncer de mama que sufrió. Fue sepultada en el
cementerio parisino de Montparnasse.
Años después, su hijo publicó sus diarios, un hecho que para muchos seguidores de Susan Sontag, es una falta
completa a la privacidad que su madre le pidió a David, en relación a sus íntimos diarios. Pero sin duda, estos
diarios abren nuevamente las puertas para conocer y en otros casos
reafirmar a la increíble escritora, ensayista y cineasta que fue Susan
Sontag. Ella ha motivado debates de altura
y diatribas descarnadas acerca de su obra, por supuesto, pero sobre todo acerca
de su persona.
En Estados Unidos, el hecho de que un novelista intervenga en política, interior o internacional, no es bien recibido. Sontag ha ido mucho más allá: ha visitado países en guerra; ha fustigado a los gobiernos estadounidenses con tanta dedicación como ferocidad; ha asumido, en definitiva, el papel de portavoz del intelectual comprometido y su trayectoria ensayística comprende momentos claves en la reflexión del pensamiento moderno .
En Estados Unidos, el hecho de que un novelista intervenga en política, interior o internacional, no es bien recibido. Sontag ha ido mucho más allá: ha visitado países en guerra; ha fustigado a los gobiernos estadounidenses con tanta dedicación como ferocidad; ha asumido, en definitiva, el papel de portavoz del intelectual comprometido y su trayectoria ensayística comprende momentos claves en la reflexión del pensamiento moderno .
"Creo que lo más importante a la hora de escribir es pensar que algún lector necesitado espera con ansias ese texto. Comencé a escribir pensando en lo que quería leer. Si mantienes esa premisa, quieras o no, serás honesto".
Fuentes: Wikipedia; biografiasyvidas.com.
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