miércoles, 1 de febrero de 2012

Isabel Oyarzábal Smith. La embajadora republicana

Diplomática, actriz y escritora referente del feminismo moderno. Una pionera del compromiso de las mujeres con la causa de la libertad, que representaría a la España republicana en los más importantes foros internacionales defendiendo la legitimidad de la Segunda República frente al franquismo. Fue la primera mujer inspectora de Trabajo en España por oposición.





Isabel Oyarzábal Smith (Isabel de Palencia), nació en Málaga en 1878. Su madre, Ana Smith-Guthrie, era escocesa, y su padre, Juan Oyarzábal y Bucelli, un andaluz de origen vasco, rico comerciante malagueño. Es su madre quien marcaría su vida y su carácter, indomable e independiente. 

Su vida es acomodada, perteneciendo como pertenecía a la clase alta de Málaga, a la rica burguesía con intereses comerciales y empresariales. Emparentada con la familia Loring, una de sus tías estaba casada con el entonces gobernador militar de Málaga, con residencia en el castillo árabe del Limonar, escenario de algunas de sus correrías infantiles. 

A Isabel, la conciencia de clase se le despertó a una edad muy temprana. Alumna de las monjas de la Asunción, daba clases en la «escuela de las niñas pobres», hijas de las familias que vivían en las barracas del monte Gibralfaro. A cambio, los padres debían asistir a misa para corresponder a este servicio y a las ayudas de víveres y ropas que la burguesía les proporciona, chantaje no es admitido por Isabel y así se lo hace saber a su padre. 

Criada en una casa bilingüe, algunos veranos la familia se trasladaba a Escocia. Despreocupada y ajena a los problemas de las clases populares, sin embargo la vida de Isabel Oyarzábal la fue enfrentando poco a poco con las injusticias que la rodeaban. La llegada masiva a Málaga de tropas heridas y convalecientes de la guerra perdida de Cuba; las desastrosas campañas de África, a las que se enviaban a morir a los jóvenes malagueños, andaluces y españoles en medio de una corrupción militar generalizada; la miseria de los jornaleros agrarios, que pudo conocer de primera mano por las estancias de su familia en pueblos como Alhaurín el Grande o Yunquera; y finalmente la tremenda presión social hacia las mujeres, reducidas a meras comparsas de sus parejas masculinas, obedientes, hogareñas y familiares. Su postura en este último aspecto de su vida es clara y nítida: 

«La flor y nata de los caballeros malagueños no era nada atrayente. Típicos señoritos, hijos de padres adinerados, solamente pensaban en caballos, corridas de toros y en encontrar una esposa rica», escribe Isabel Oyarzábal sobre sus recuerdos de sus años de tránsito de la adolescencia a la juventud, convertida en joven casadera y asfixiada por la atonía de una ciudad claustrofóbica.


Con su madre y hermanos en Alhaurin
Es en tierras escocesas donde conoce a las mujeres que le enseñan el camino de la libertad y la lucha por los derechos de la mujer. En esta primera visita a Escocia destaca la impresión que le casó Eunice Murray, una activa sufragista en los tiempos en que en España era la campaña de Marruecos la que ocupaba todo el espacio público. 

Su mayor deseo, sin embargo, era ser actriz, un sueño que cumplió gracias a la complicidad de su madre y a pesar del escándalo que provocó en su entorno cuando para tal propósito ambas marcharon a Madrid para una prueba a instancias de la intérprete María Tubau, a la que conocieron en un homenaje que se le había rendido en Málaga. Tubau era además la madre de Ceferino Palencia, crítico de arte con quien Oyarzábal se casaría años mas tarde. 

La crisis económica acabó con el teatro, aunque ella ya había descubierto que no era su verdadera vocación. En su obra autobiográfica I Must Have Liberty (1940), Isabel declara que empezó a escribir «para pasar el tiempo». Sin embargo, sus inquietudes, sobre todo en lo concerniente a la escasa educación lectora en las mujeres, le impulsó a crear junto a su hermana Anita la revista La Dama, cuyo primer número salió en diciembre de 1908, siendo la primera publicación periódica editada en España y dirigida a un público exclusivamente femenino. 

Su creciente actividad profesional hicieron que se convirtiese en la corresponsal en España de diversos periódicos británicos. En 1909 contrajo matrimonio con Ceferino y empezó a colaborar para las revistas Blanco y Negro, El Heraldo, Nuevo Mundo y La Esfera. En 1918 comienza a militar como feminista en la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), que llega presidir, y en 1920 asiste como delegada al XIII Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio de la Mujer en Ginebra, en calidad de Secretaria del Consejo Supremo Feminista de España. Como escritora tradujo textos del inglés al español y publicó relatos, obras de teatro, una novela y la biografía de una embajadora soviética a la que conoció en su destino diplomático de Suecia, pues sería la primera mujer embajadora en España. 









Hay un hecho crucial en la vida de Isabel: la infidelidad de su marido. Desde ese momento, y aunque seguirían juntos toda su vida, la relación de igualdad que existía entre ellos, que había sido una relación «consentida» por un marido educado en un ambiente liberal, se hizo claramente innegociable. Y es que si hay una idea que preside la vida de Isabel Oyarzábal es precisamente la reivindicación de su libertad, la persecución de la independencia personal y económica a toda costa, lo que le permitiría viajar al extranjero y ser absolutamente dueña de sus decisiones. 

En 1918 comienza a militar como feminista en la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), que llega presidir, y en 1920 asiste como delegada al XIII Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio de la Mujer en Ginebra, en calidad de Secretaria del Consejo Supremo Feminista de España. 

Como escritora tradujo textos del inglés al español y publicó relatos, obras de teatro, una novela y la biografía de una embajadora soviética a la que conoció en su destino diplomático de Suecia, pues sería la primera mujer embajadora en España. Oyarzábal dictó además numerosas conferencias sobre folclore y moda en ciudades de Estados Unidos y Canadá que se recogieron en el libro El traje regional en España, publicado en 1926. 

Tiene sección en el diario madrileño El Sol, «Crónicas Femeninas», que firmaba con el pseudónimo "Beatriz Galindo". En 1929, la activista presidió la Liga Femenina Española por la Paz y la Libertad y se especializó en Derecho Internacional.  Por primera vez, tuvo la oportunidad de conocer un ateneo obrero cuando la invitaron a dar una conferencia sobre la educación de las mujeres en la Casa del Pueblo. En 1930 se convirtió en la única mujer de la Comisión Permanente sobre Esclavitud de las Naciones Unidas. 

En ese mismo año, logró entrar en la cárcel para fotografiar al Comité Revolucionario, cuyas imágenes publicó en el Daily Herald de Londres. Cuatro años antes contribuyó a la creación del Lyceum Club Femenino, presidido por María de Maeztu y del que la propia Oyarzábal fue vicepresidenta junto a Victoria Kent para las iras de los sectores conservadores, que criticaron el feminismo activo que se defendía en la institución y que se traducía en la defensa del divorcio y otros postulados progresistas. Las damas del Lyceum exigían "la equiparación perfecta del hombre y la mujer así en derechos como en deberes" y coincidían en que la influencia de la mujer debería notarse en la administración -especialmente en la municipal- en la diplomacia, en las cuestiones sociales, así como en los movimientos pacifistas. Admiten que se debe legislar el divorcio y conceder el voto a la mujer. Todo esto no significa que la mujer pierda su feminidad. Rotundamente manifestaban su apoyo al nuevo régimen.

Destacó por su lucha feminista y sus reivindicaciones laborales, de forma que acudió al congreso de la Alianza por el Sufragio Universal en Ginebra. En 1931 fue candidata socialista a las Cortes constituyentes y es nombrada Consejera Gubernamental de la XV Conferencia Internacional del Trabajo (Ginebra, 1931), vocal del Consejo del Patronato del Instituto de Reeducación Profesional y delegada en la Sociedad de Naciones. Dos años después se convirtió en la primera mujer inspectora de Trabajo en España por oposición. Actuó como ministra plenipotenciaria (hecho insólito para una mujer) en nombre de la República, en el seno de las Naciones Unidas y, asimismo, se implicó en el Comité Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo. En 1935 asistió, en Ginebra, como representante de los trabajadores a la Conferencia Internacional del Trabajo. 

Isabel en una Conferencia en el Queen Mary II

Declarada la guerra en 1936, pasó a formar parte de la Comisión de Auxilio Femenino. Sin duda alguna, el hecho de hablar perfectamente inglés le abrió las puertas de la política internacional a Isabel y así uno de los días más amargos y complicados de su trabajo es el 18 de julio de 1936, cuando los acontecimientos la convierten en corresponsal de guerra en Europa, pero también en portavoz de la España republicana en diferentes foros internacionales —entre octubre y diciembre de 1936 recorrió Estados Unidos, donde dio más de cuarenta conferencias y mítines para recabar fondos en nombre de la República—. En Nueva York llegó a congregar a 25.000 personas en el Madison Square Garden. 

El 23 de octubre de 1936 un decreto del Ministerio de Estado nombraba a la escritora malagueña Isabel de Oyarzabal, Ministro Plenipotenciario de la legación de Estocolmo. Por primera vez recaía sobre una mujer española este nombramiento. El anterior embajador, Alfonso Fiscowich, se resistió a ser sustituido por una mujer y además “roja”. De su estancia en Estocolmo, Isabel recordará siempre aquella recepción del personal diplomático en las navidades de 1938, en la que el rey Gustavo V levantó su copa para brindar por la “representante de la heroica República Española”. Allí conoció también a la escritora americana Pearl Sydenstricker Buck que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1938 y que dedicó palabras de afecto a la España republicana. Tambien estableció relación con la nueva Ministra Alexandra Kollontay, que suponía toda una institución y que desde la revolución bolchevique, había estado como Embajadora de la URSS ante Suecia. De tal manera consiguió su apoyo y fue introducida en lo círculos más elitistas del poder social.




En 1939, tras la Guerra Civil española y tras la derrota, lograría reunir a su familia en México, rescatando a los suyos de campos de concentración ubicados en Francia y en Túnez. En México,  vivió y siguió escribiendo hasta su muerte en 1974 a los 96 años. Nunca pudo regresar a España, a pesar de desearlo poderosamente. 

Conservó toda su vida 3 cintas con los colores republicanos que le quedaron casualmente en las manos al tirar serpentinas desde el barco al partir de Noruega: 

«Cuando yo lancé todas las cintas, vi que me quedaban en las manos los extremos de tres solamente, que me unían a la tierra que dejaba: roja, amarilla y morada, y siempre he considerado que aquello fue como una revelación profética de que los españoles al abandonar Europa seguíamos ligados a nuestro país por la bandera tricolor republicana. Volveremos allá. Estoy completamente segura». 

Una editorial norteamericana publicó sus memorias escritas inglés (1940). Estas se publicaron en castellano más de setenta años después con el título Hambre de libertad. Memorias de una embajadora republicana (Granada, Editorial Almed, 2011). 

Como escritora destaca especialmente su novela En mi hambre mando yo, que rescató hace cinco años la editorial Mono Azul y que narra las peripecias de un grupo de mujeres durante la Guerra Civil. La obra debe su título a la consigna que popularizaron los anarquistas andaluces en la misma época y que, tal y como explicó la misma autora en el libro, empleó un labriego cuando le ofrecieron un trabajo que mitigara su necesidad a cambio de que votara al candidato reaccionario. 

Obras

  • El traje regional español (Ed. Voluntad, Madrid, 1926)
  • El alma del niño (1921)
  • Hambre de libertad. Memorias de una embajadora republicana (Granada, Editorial Almed, 2011); traducida al inglés con el título I Must have Liberty, New York-Toronto, Longman, Green and Co., Inc. 1940.
  • En mi hambre mando yo, México: Libro Mex Editores, 1959.
  • Smouldering Freedom. The Story of the Spanish Republicans in Exile, Longman, Green and Co., Inc. New York-Toronto, 1945.






La figura de Isabel Oyarzábal merece, sin duda, que se rescaten sus libros y que se conozca su vida.  Podemos hacer un primer acercamiento a su personalidad gracias a dos pequeñas ediciones casi artesanales: por una parte, su biografía "Rescoldos de libertad. Guerra civil y exilio en México", a cargo de Alfama, y por otra de su novela ya citada, "En mi hambre mando yo", de la mano de Mono Azul, con prólogo de Jorge Martínez Reverte.





Fuentes: Mono Azul editora; Wikipedia; El blog de María Torres






2 comentarios:

  1. Una suerte encotrar tu blog, y leerte.
    Un abrazo.

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  2. Muchas gracias Kenit. La suerte es mutua pues yo hace tiempo que te sigo y me encantan algunas de tus entradas.
    Un beso

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