sábado, 1 de diciembre de 2012

Oliva Sabuco . La décima musa


Importante filósofa del Renacimiento español de quien se dudó en cuanto a la autoría de su obra por considerar que resultaba demasiado intelectual para ser obra de una mujer. Ignorada durante mucho tiempo, actualmente  es considerada una de las joyas de nuestro Siglo de Oro. Con su libro Nueva Filosofía del Hombre revolucionó la relación entre pensamiento y salud.




Oliva Sabuco de Nantes y Barrera nació en la población albaceteña de Alcaraz el 2 de diciembre de 1562 si bien hay biógrafos que sitúan su venida al mundo en el pueblo alicantino de Oliva. Su padre fue Miguel Sabuco, boticario y letrado, y su madre Francisca Cozar. Algunos afirman que su padre, el bachiller Sabuco desarrolló diversos cargos municipales, pero según Vintró & Waithe (2000) se le han atribuido cargos y puestos ajenos, en un afán de exaltación de su figura.

Como han puesto de relieve diversos autores/as, el padrino de Oliva es el Doctor Heredia y sus dos madrinas ( de las cuales toma el segundo apellido ) son esposas de licenciados universitarios, de manera que la joven Oliva se mueve en el círculo de la élite cultural alcaraceña. Y aunque los estudios académicos oficiales estaban prohibidos a las mujeres, en Oliva se dan las circunstancias familiares favorables para el acceso a la formación intelectual, como ocurrió también con Beatriz Galindo, Juliana Morell o Sor Juana Inés de la Cruz entre otras. Puede tener varias bibliotecas particulares a su disposición, incluida una de Medicina, la del Doctor Heredia, que la iniciaría en sus conocimientos médicos, hasta que falleció en 1578. También en esa época de juventud de Oliva había llegado a Alcaraz, procedente de Villanueva de los Infantes, el profesor Simón Abril, una eminencia en autores clásicos latinos y griegos, traductor de Aristóteles, que después se marchó de Alcaraz al ser nombrado profesor en la Universidad de Zaragoza, siendo sustituido por el licenciado Molina. Precisamente los clásicos griegos y latinos son la otra faceta en la que Oliva demuestra sus conocimientos.

En 1580, cuando tenía unos dieciocho años, contrajo matrimonio con Acacio de Buedo, con el que tuvo al menos cuatro hijos. Acacio ocupó varios cargos públicos en Alcaraz, y el matrimonio dispuso de una posición desahogada, legando dotes sustanciosas a sus hijos.

Tenía veinticinco años cuando vio la luz su gran obra, la que le da un lugar en la Historia a pesar de lo cual sigue siendo una mujer tan excepcional como poco conocida. El título de su tratado, Nueva Filosofía de la Naturaleza del hombre, una obra que da un enfoque novedoso a prácticas científicas, especialmente la Medicina, aportando valores de la Filosofía para determinar una especie de código de actuación, código no escrito, sin valor jurídico pero fruto del ejercicio de la razón.

La obra, editada en Madrid en 1587, fue dedicada por la autora al rey Felipe II mediante una carta personal en la que se presenta como “humilde sierva de Su Católica Majestad” para, a renglón seguido, proclamar su gran reivindicación “rogándole que, como caballero de alta prosapia, favorezca a las mujeres en sus aventuras”. La obra de Oliva creció en fama, conoció traducciones a las lenguas más importantes de la época y fue reeditada hasta la mas divulgada, la de 1734, denominada simplemente “Nueva Filosofía”. En el libro, escrito como un diálogo entre tres pastores, Oliva Sabuco nos explica cómo las emociones menoscaban la salud y causan la muerte prematura. Invita a los médicos a tratar al paciente en su todo: cuerpo, mente y ánima. Su valor principal es el de ser una obra didáctica destinada a acercar la cultura sanitaria a las élites culturales y a extenderla desde ellas a todas las gentes. En ella, esta mujer se nos muestra tan adelantada a su tiempo que en la mitad del siglo XVI se permite poner en liza los métodos de la medicina en vigor, apoyada en su desafiante reexamen de las características de la naturaleza humana.


Según algunos autores Oliva Sabuco no mantuvo ningún tipo de correspondencia científica con los autores y sabios de su tiempo, ni volvió a escribir ningún otro libro, ni dejó otros textos sin publicar que se conozcan, sino que su vida fue desconocida para las crónicas. Debido a estas circunstancias, hay muchos estudiosos que afirman que la autoría del libro no pertenece en realidad a Oliva, sino a su padre, Miguel Sabuco, quien habría escrito el libro y al intentar publicarlo, temeroso de que su avanzado contenido le granjeara una denuncia por hereje, cedió la autoría a su hija, y más tarde, cuando vio que el libro había recibido las licencias para su publicación, intentó recuperar su nombre como autor del mismo.

Tras quedarse viudo, el padre de Oliva contrajo segundas nupcias y hay quien señala que este matrimonio provocó un distanciamiento entre padre e hija, por haberse casado con una joven de la misma edad de Oliva y haberse negado a pagarle a Acacio de Buedo la dote que le correspondía, siendo denunciado por éste. En tal contexto, Miguel Sabuco hizo testamento y declaró notarialmente, que dicha obra era únicamente suya. Excusó haber presentado falsamente a su hija como autora (haciendo que esta mintiera notarialmente al Rey, con grave riesgo de multa y prisión) indicando que lo hizo para darle a ella la gloria literaria, reservándose los frutos económicos de la comercialización de la obra, frutos que Miguel Sabuco aspiraba a legar en herencia a su nueva joven esposa y al hijo de ambos. Si bien, de todo ello no aporta el padre de Oliva prueba alguna. Miguel Sabuco dice en su testamento que ha dejado pruebas de su autoría en manos del escribano Villareal. Pero estas pruebas no se han encontrado y una investigadora, Mary Ellen Waithe tras examinar el testamento de Miguel Sabuco señala el curioso hecho de que no finaliza como solían hacerlo todos los testamentos, es decir, con una revocación de todos los testamentos anteriores y la firma del notario y de los testigos. En este caso, se añade la reivindicación del libro y la maldición a Oliva. Pero, además, esa reivindicación y maldición está escrita con una letra más firme, que procede claramente de una pluma más pequeña. Waithe sugiere que ese párrafo fue añadido por Miguel Sabuco posteriormente a la firma del testamento.

Otras personas defienden la hipótesis ya señalada de que Oliva tuvo acceso a importantes bibliotecas de Alcaraz, como la de su padrino, el Doctor Heredia, y pudo departir con el citado profesor Simón Abril, eminencia en autores clásicos latinos y griegos, que luego sería nombrado profesor de la Universidad de Zaragoza. Defensores de que dicho libro fue escrito, efectivamente por la propia Oliva, y defienden el prestigio de esta mujer como una de las pocas mujeres científicas de la antigüedad, y una de las escasas figuras femeninas españolas que destacaron en aquellos tiempos en los campos del saber, entre ellos la Sociedad Oliva Sabuco, en la que se estudian todos los pormenores y detalles de su historia, concretamente en la página dedicada a su biografía.

La mayor parte del libro se redactó en un castellano claro y conciso, y la menor en latín. Tanto la Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre como su autora recibieron grandes elogios, sobre todo por el contenido científico-naturalista del libro, también por el filosófico e incluso por el estilo literario, que llegó a ser comparado con el de Cervantes. Lope de Vega llamó a doña Oliva "la décima musa". 




Temáticas que en ciertas comprensiones del Renacimiento son ubicadas en la filosofía natural, en la Nueva Filosofía son abordadas en los tratados sobre temas ético-políticos. “ Parece que Oliva Sabuco vio lo que en siglos posteriores explicitó la filosofía de la sospecha: la existencia de una relación entre poder y conocimiento. Es significativo que abordara el tema de la comprensión de la reproducción biológica humana en el tratado político de la obra, en una crítica semivelada a la negación de la igual aportación de la mujer y del hombre en la generación del nuevo ser, hecha por Aristóteles. Es decir, a través de un posicionamiento ético-político se apartó de lo que se defendía en el campo de la filosofía natural: la exigua capacidad intelectual del sexo femenino y la casi nula aportación biológica de la mujer en la perpetuación de la especie; o la nula aportación en la generación de varones inteligentes”, como señala Rosalía Romero.

Para esta autora, la obra de Oliva Sabuco constituye una crítica sistemática a la medicina hegemónica en la historia, a la medicina escrita. Pero, además, puso de manifiesto que el valor de la autonomía del individuo está estrechamente ligado al cuidado de su salud, lo que ayuda a explicar que las distintas posiciones, que hubo ante la medicina, no pueden ser vistas solamente desde un enfoque científico, sino atendiendo a la sociedad del momento, y a lo que se gestionaba desde el poder político. Los seguidores de la tradición que representaban Aristóteles y, sobre todo, Hipócrates y Galeno, son Pedro Simón Abril y Juan Huarte. La Nueva Filosofía es una expresión de resistencia frente a la medicalización de la sociedad, proyecto político que favorecía el creciente poder de los expertos: el concedido a la emergente clase médica.

No existe certeza sobre el lugar y año de su muerte situándose ésta hacia 1622.





Fuentes: sociedad Oliva Sabuco; Wikipedia;

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