La bruja, Catherine Deshayes
Muchas han sido las mujeres que a lo largo de la historia han sido condenadas por brujas. En la Francia del Rey Sol, se vivió uno de los episodios más oscuros de la historia de la brujería, un capítulo definido como el “Asunto de los venenos”. Más de 300 personas, muchas de ellas de alta alcurnia, demasiado cercanas al rey, fueron inculpadas en actividades de brujería Una mujer, imperturbable, fue detenida a las puertas de una iglesia. Conocida como la Voisin, fue quemada vida por sus reiteradas actividades lucrativas relacionadas con embrujos, elixires, ritos de magia negra, asesinatos y envenenamientos.
De Catherine Deshayes, nacida en
Francia en 1640, poco o nada se sabe sobre sus orígenes. La historia la
encuentra casada con un joyero llamado Antoine Monvoisin, con el que tuvo al
menos una hija, Marie-Marguerite Monvoisin, quien tendría también un papel
destacado en el asunto de los venenos.
Parece ser que Catherine inició
sus actividades como curandera tras la ruina de la joyería de su marido.
Sostuvo la economía familiar con la lectura del futuro a partir de los rasgos
faciales y de las manos. Pero la fama de Catherine se fue extendiendo a medida
que sus sortilegios y embrujos parecían surtir el efecto deseado. Sus
conocimientos de medicina y de hierbas y ungüentos la hicieron famosa hasta el
punto de que un reguero de mujeres y hombres acudían diariamente en petición de
ayuda.
Sus métodos pronto derivaron en
extrañas fórmulas que hacían desaparecer en incomprensibles circunstancias a
aquellos que amargaban la vida de sus desesperadas clientas, porque ellas, las
mujeres de la alta nobleza, se convirtieron en las más asiduas visitantes del
extraño hogar de la Voisin.
Al
principio pedía a sus clientes cosas muy inofensivas, como que acudieran a la
iglesia de algún determinado santo. Luego comenzó a vender amuletos y a
recomendar prácticas mágicas, y finalmente se dedicó a la venta de afrodisíacos
y venenos. Recibía en una habitación oscura, con una vestimenta de terciopelo púrpura
bordeada de armiño sobre la que lucía doscientas águilas bordadas con hijo de
oro.
A pesar de no haber dejado nunca de mostrarse como una mujer devota que seguía asistiendo a los servicios religiosos en Notre Dame de Bonne Nouvelle, La Voisin acabó por organizar también misas negras. En ellas se utilizaba como altar el cuerpo desnudo de una de las mujeres suplicantes, y, si esto no fuera posible, se llevaban prostitutas a tal fin. Un acólito vestido de negro se acercaba a colocarle una vela negra en cada una de las manos. Entonces aparecía el sacerdote oficiante y depositaba sobre el estómago de la mujer el cáliz destinado a recoger la sangre del sacrificio. Tras besar su cuerpo, comenzaba la ceremonia en la que se utilizaba un libro de oraciones encuadernado con piel humana y orina en lugar de agua bendita. Completado el ritual, se procedía a la ofrenda. El sacerdote extendía sus brazos para recibir al recién nacido, que le era entregado por el acólito vestido de negro. Invocaba entonces a Astaroth y Asmodeus y les pedía que aceptaran el sacrificio y concedieran a cambio las peticiones de los suplicantes presentes.
Los bebés entregados para el sacrificio costaban demasiado dinero, pero Catherine encontró el modo de economizar fundando un hogar para madres solteras. Allí las libraba de la incómoda responsabilidad de hacerse cargo de un niño no deseado, y todo de manera gratuita para las mujeres que no disponían de medios. Las facturas que presentaba a las de clase acomodada eran lo bastante abultadas para cubrir los gastos de toda la institución.
A pesar de no haber dejado nunca de mostrarse como una mujer devota que seguía asistiendo a los servicios religiosos en Notre Dame de Bonne Nouvelle, La Voisin acabó por organizar también misas negras. En ellas se utilizaba como altar el cuerpo desnudo de una de las mujeres suplicantes, y, si esto no fuera posible, se llevaban prostitutas a tal fin. Un acólito vestido de negro se acercaba a colocarle una vela negra en cada una de las manos. Entonces aparecía el sacerdote oficiante y depositaba sobre el estómago de la mujer el cáliz destinado a recoger la sangre del sacrificio. Tras besar su cuerpo, comenzaba la ceremonia en la que se utilizaba un libro de oraciones encuadernado con piel humana y orina en lugar de agua bendita. Completado el ritual, se procedía a la ofrenda. El sacerdote extendía sus brazos para recibir al recién nacido, que le era entregado por el acólito vestido de negro. Invocaba entonces a Astaroth y Asmodeus y les pedía que aceptaran el sacrificio y concedieran a cambio las peticiones de los suplicantes presentes.
Los bebés entregados para el sacrificio costaban demasiado dinero, pero Catherine encontró el modo de economizar fundando un hogar para madres solteras. Allí las libraba de la incómoda responsabilidad de hacerse cargo de un niño no deseado, y todo de manera gratuita para las mujeres que no disponían de medios. Las facturas que presentaba a las de clase acomodada eran lo bastante abultadas para cubrir los gastos de toda la institución.
Pero Catherine no era un caso
aislado en la Francia del siglo XVII. Las misteriosas muertes por
envenenamiento o intoxicación que se sucedían en París en aquellos tiempos
hicieron sospechar a la policía de que aquello no podía ser obra de una sola
persona ni fruto de la casualidad. El 8 de marzo de 1679, Luis XIV ordenaba la
creación de una corte especial conocida como al Chambre Ardente y dirigida por
el teniente Nicolas de La Reyne, que intentara dilucidar aquellos supuestos y
extraños crímenes.
Tras unas cuantas detenciones, le
tocó el turno a La Voisin. En 1679, tras asistir a la misa del domingo,
Catherine fue detenida. La Reyne sospechó de ella al encontrar en su casa de la
rue Beauregard un pabellón con las paredes tapizadas de negro y un altar decorado
con una cruz y velas negras.
La detención de Catherine, junto
con Marie Bosse y Adam Coeuret, daría un giro a la investigación. Acusándose
unos a otros, “confesaron haber hecho abortar a un número elevadísimo de
mujeres, haber envenenado por encargo a diversas personas, haber practicado
magia negra y haber organizado ritos satánicos y misas sacrílegas en el curso
de las cuales se sacrificaba recién nacidos”.
Durante el proceso de Catherine,
nombres cercados a la corte del rey provocaron aún más problemas a los
investigadores. Uno de esos nombres era el de la favorita del rey, Madame de
Montespan, quien, según La Voisin, había sido cómplice de sus actividades demoníacas
en más de una ocasión.
El final de Catherine estaba
claro. Fue condenada a ser quemada viva el 22 de febrero de 1680 y el castigo
se cumplió en la plaza de la Grève a manos de un verdugo que muchos afirmaron que
había sido su propio amante.
La muerte de la Voisin desató de
repente la lengua de los demás acusados y muchos de ellos volvieron a nombrar a
la favorita real. Luis XIV intentó sin éxito quemar todas las pruebas
inculpatorias contra su favorita y cuando en 1682 se disolvía la Cámara Ardiente,
habían sido encarceladas o ejecutadas todas aquellas personas que mencionaron
en algún momento del proceso el nombre de Athenaïs de Montespan.
Catherine Deshayes fue uno de los
más de 300 nombres incluidos en el vergonzoso asunto de los venenos, aunque fue
quizás el nombre más conocido, no en vano “quedó su legendario recuerdo como
reina de las brujas”
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Fuentes: Wikipedia; MUJERES EN LA
HISTORIA
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