jueves, 17 de diciembre de 2015

Nzinga Reina de Ndongo y Matamba




Precursora del feminismo y luchadora por la independencia africana de sus reinos frente a los europeos, fue una de las mejores estrategas militares de todos los tiempos y una independentista feroz en su oposición a los esclavistas portugueses. Nzingha ha sufrido el escarnio y la calumnia de algunos historiadores y escritores, como el Marqués de Sade, que en su libro Filosofía en el Tocador la acusó de ser una especie de viuda negra humana quien al igual que la araña copulaba y luego mataba a sus consortes.





Nzinga Mbandi nace en el reino umbundu de Ndongo, en la actual Angola, durante la década de 1580. Se la conoce también con los nombres de Jinga, Zhinga, Ginga, Reina Dona Ana o Reyna Singa. Era hija de una familia de rancio abolengo perteneciente a los Jagas, un grupo étnico de militantes anticolonialistas que existían en lo que hoy es Angola. Estos militantes eran inclaudicables en su lucha en contra de los portugueses, que arrimaban sus barcos negreros a las costas africanas.

Angola había sido controlada por Portugal años atrás. Luanda era el centro de operaciones para el desarrollo del mercado de esclavos, que luego se trasladaban a Brasil. A inicios del siglo XII, de hecho salían por año un promedio de diez mil esclavos hacia la colonia suramericana. Desde su infancia, Ana Nzingha escuchó a los mayores expresar sus ideas anticolonialistas, y recibió una esmerada educación pues en su entorno las mujeres gozaban de iguales derechos que el hombre. Cuando su hermano mayor tomó el trono se percató que tenía a una formidable aliada en su hermana pequeña y la hizo instruir en las artes militares.

Su hermano, el Rey,  colaboraba con los portugueses a cambio de que lo dejaran mantener el poder, y ayudaba a la captura de esclavos en los reinos vecinos. Con el tiempo, los portugueses se fueron volviendo más exigentes en sus requerimientos, lo que producía un clima de inestabilidad y el descontento entre la población umbundu iba en aumento. 

Durante todo este tiempo, Nzinga había sido consejera de su hermano, e incluso era representante diplomático ante Portugal, por lo que muchos de los acuerdos y tratados con el Imperio portugués iban suscritos por ella.  Se cuenta que en 1622, su hermano aprovechó sus dotes de diplomática para tratar de llegar a un acuerdo con el virrey portugués que se había establecido en Luanda. Nzingha fue recibida con el boato de la epoca, pero cuando por fin entró a la audiencia con el virrey, su ira no conoció límites al ver que mientras él se sentaba en una magnífica silla, a ella le habían puesto un almohadón morado con hilos de oro para que ella se sentara. Airada, le lanzó el almohadón en la cara a los sirvientes del virrey y ordenó a una de sus siervas que se pusiera a cuatro patas para que, a modo de escabel, la resuelta Nzinga pudiera sentarse frente al luso. Además, su hábil manejo de la lengua portuguesa impresionó al gobernador João Correia de Sousa.

Nzinga poseía verdaderas aptitudes diplomáticas y es tal vez por ello que, en un momento dado, decide adquirir el nombre portugués Dona Ana de Sousa. Sus hermanas Kifunji y Mukumbu también lo hacen y pasan a llamarse Gracia y Bárbara.


La reina Nzingha en la audiencia con el Virrey portugues en Luanda

Nzingha estuvo al frente de las huestes anticolonialistas de su hermano, e ideó nuevas formas de entrenamiento para los elefantes mediante los cuales se movilizaba el aguerrido ejército. La compañía de Nzingha fue siempre Diat, una elefanta que no se dejaba montar de nadie más que por ella . Diat le había sido obsequiada a Nzingha cuando ella era apenas una bebé, y entre las dos crías que eran ambas entonces habría de formarse un lazo de amor y entendimiento tan profundo que algunos justificaban como pacto demoníaco que permitía a Nzingha tener tan perfecto control de Diat, Diat además acompañó a Nzingha en diversas batallas, recibiendo un total de 15 heridas que no fueron mortales.

Es nombrada reina de los Mbundu en 1624, cuando muere su hermano. En este momento, renuncia a su nombre cristiano que había adoptado (Anna de Souza) y se vuelve a llamar Nzinga Mbandi. Es entonces cuando los portugueses rompen el tratado que ella había firmado como representante de su hermano y se  marca como objetivo la recuperación de su absoluta independencia política y territorial y expulsar de su pueblo a los portugueses. Ellos previeron esta actitud, por lo que propician el derrocamiento de Nzinga y nombran a un rey que ellos podían controlar.

Ella abandona el reino, se instala en Matamba y crea su propio reinado en este lugar desde  donde dirige la resistencia. Logra formar un gran ejército con los reinos de Matamba, Kasanje, Congo, Dembo, Kissama y los Pueblos del Planalto Central en 1630. A partir de 1642, este ejército empieza a obtener grandes triunfos contra los portugueses lo que se mantendrá hasta 1648. Un año antes su hermana Kifunji que era para entonces una importante religiosa y miembro del gobierno de Nzinga, muere en circunstancias sospechosas. Mukumbu, su otra hermana, cae prisionera de los portugueses en 1648. El 10 de agosto de ese mismo año, Luanda es recuperada por los portugueses, por lo que ella regresa a Matamba. Ahí permanecerá varios años.





En octubre de 1656, logra la libertad de Mukumbu en un intercambio de prisioneros, donde entrega 130 esclavos a los portugueses. Además, acepta la presencia de un misionero cristiano en su reino. En 1659, cuando ya tenía 75 años, Nzingha se vio forzada a firmar un tratado con los portugueses, tomando en cuenta que su país se desangraba en una lucha desigual contra los invasores.  Así, se fue al exilio con su fiel elefanta Diat.

Nzingha al llegar al poder había prohibido a sus súbditos que la llamaran reina o se postraran ante ella. Su accesibilidad, buen sentido del humor y alegría le hizo muy popular.  El capitán holandés Fuller, que era su aliado, cuenta que la reina Nzinga, aparte de ser una libertadora de su pueblo y verdadera estratega militar, tenía entre cincuenta y sesenta jóvenes como esposos, pues era una mujer de impresionante belleza y aguda inteligencia. Los portugueses y luego otros blancos europeos difundieron la leyenda negra de que tras pasar la noche con alguno de los soldados luego los mandaba a descuartizar. 

Un 17 de diciembre de 1663, la muerte se llevó a Nzingha. Los portugueses, muerta la mujer que tantos impedimentos les puso para llevar a cabo su nefasta práctica negrera, lograron expandir su tráfico de esclavos.






El ejemplo de Nzingha ha servido de inspiración no solo para grandes dirigentes independentistas por doquier, sino que su valentía, sagacidad y dedicación han sido retomados por muchas mujeres al optar por una carrera militar. Su preocupación por la integridad de las selvas africanas la definen como una precursora de los ecologistas, y su amor por los niños y los animales nos revelan un corazón tierno debajo de la coraza de su voluntad férrea. Hoy su leyenda vive incluso en la cultura de origen negra del Brasil, donde es llamada Jinga o reina Ginga, estando siempre presente en los carnavales de ese país.

 

Fuentes: Wikipedia; Cecilia Ruiz de Ríos

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