Precursora del feminismo y luchadora por la independencia africana de sus reinos frente a los europeos, fue una de las mejores estrategas militares de todos los tiempos y una independentista feroz en su oposición a los esclavistas portugueses. Nzingha ha sufrido el escarnio y la calumnia de algunos historiadores y escritores, como el Marqués de Sade, que en su libro Filosofía en el Tocador la acusó de ser una especie de viuda negra humana quien al igual que la araña copulaba y luego mataba a sus consortes.
Nzinga Mbandi nace en el reino umbundu de Ndongo,
en la actual Angola, durante la década de 1580. Se la conoce también con los
nombres de Jinga, Zhinga, Ginga, Reina Dona Ana o Reyna Singa. Era hija
de una familia de rancio abolengo perteneciente a los Jagas, un grupo étnico de
militantes anticolonialistas que existían en lo que hoy es Angola. Estos
militantes eran inclaudicables en su lucha en contra de los portugueses, que
arrimaban sus barcos negreros a las costas africanas.
Angola había sido controlada por Portugal años
atrás. Luanda era el centro de operaciones para el desarrollo del mercado de
esclavos, que luego se trasladaban a Brasil. A inicios del siglo XII, de hecho
salían por año un promedio de diez mil esclavos hacia la colonia suramericana.
Desde su infancia, Ana Nzingha escuchó a los mayores expresar sus ideas
anticolonialistas, y recibió una esmerada educación pues en su entorno las
mujeres gozaban de iguales derechos que el hombre. Cuando su hermano mayor tomó
el trono se percató que tenía a una formidable aliada en su hermana pequeña y
la hizo instruir en las artes militares.
Su hermano, el Rey, colaboraba con los portugueses
a cambio de que lo dejaran mantener el poder, y ayudaba a la captura de
esclavos en los reinos vecinos. Con el tiempo, los portugueses se fueron
volviendo más exigentes en sus requerimientos, lo que producía un clima de
inestabilidad y el descontento entre la población umbundu iba en aumento.
Durante todo este tiempo, Nzinga
había sido consejera de su hermano, e incluso era representante diplomático
ante Portugal, por lo que muchos de los acuerdos y tratados con el Imperio
portugués iban suscritos por ella. Se cuenta que en 1622, su hermano aprovechó sus dotes de
diplomática para tratar de llegar a un acuerdo con el virrey portugués que se
había establecido en Luanda. Nzingha fue recibida con el boato de la epoca,
pero cuando por fin entró a la audiencia con el virrey, su ira no conoció límites
al ver que mientras él se sentaba en una magnífica silla, a ella le habían
puesto un almohadón morado con hilos de oro para que ella se sentara. Airada,
le lanzó el almohadón en la cara a los sirvientes del virrey y ordenó a una de
sus siervas que se pusiera a cuatro patas para que, a modo de escabel, la
resuelta Nzinga pudiera sentarse frente al luso. Además, su hábil manejo de la
lengua portuguesa impresionó al gobernador João Correia de Sousa.
Nzinga poseía verdaderas aptitudes
diplomáticas y es tal vez por ello que, en un momento dado, decide adquirir el
nombre portugués Dona Ana de Sousa. Sus hermanas Kifunji y Mukumbu también lo
hacen y pasan a llamarse Gracia y Bárbara.
Nzingha estuvo al frente de las
huestes anticolonialistas de su hermano, e ideó nuevas formas de entrenamiento
para los elefantes mediante los cuales se movilizaba el aguerrido ejército. La
compañía de Nzingha fue siempre Diat, una elefanta que no se dejaba montar de
nadie más que por ella . Diat le había sido obsequiada a Nzingha cuando ella
era apenas una bebé, y entre las dos crías que eran ambas entonces habría de
formarse un lazo de amor y entendimiento tan profundo que algunos justificaban
como pacto demoníaco que permitía a Nzingha tener tan perfecto control de Diat,
Diat además acompañó a Nzingha en diversas batallas, recibiendo un total de 15
heridas que no fueron mortales.
Es nombrada reina de los
Mbundu en 1624, cuando muere su hermano. En este momento, renuncia a su nombre
cristiano que había adoptado (Anna de Souza) y se vuelve a llamar Nzinga
Mbandi. Es entonces cuando los portugueses rompen el tratado que ella había
firmado como representante de su hermano y se marca como objetivo la recuperación de su absoluta independencia política y territorial y
expulsar de su pueblo a los portugueses. Ellos previeron esta actitud, por lo
que propician el derrocamiento de Nzinga y nombran a un rey que ellos podían
controlar.
Ella abandona el reino, se instala en Matamba y
crea su propio reinado en este lugar desde donde dirige la resistencia. Logra formar un gran ejército
con los reinos de Matamba, Kasanje, Congo, Dembo, Kissama y los Pueblos del
Planalto Central en 1630. A partir de 1642, este ejército empieza a obtener grandes triunfos
contra los portugueses lo que se mantendrá hasta 1648. Un año antes su hermana
Kifunji que era para entonces una importante religiosa y miembro del gobierno
de Nzinga, muere en circunstancias sospechosas. Mukumbu, su otra hermana, cae
prisionera de los portugueses en 1648. El 10 de agosto de ese mismo año, Luanda
es recuperada por los portugueses, por lo que ella regresa a Matamba. Ahí
permanecerá varios años.
En octubre de 1656, logra la libertad de Mukumbu
en un intercambio de prisioneros, donde entrega 130 esclavos a los portugueses.
Además, acepta la presencia de un misionero cristiano en su reino. En
1659, cuando ya tenía 75 años, Nzingha se vio forzada a firmar un tratado con
los portugueses, tomando en cuenta que su país se desangraba en una lucha
desigual contra los invasores. Así,
se fue al exilio con su fiel elefanta Diat.
Nzingha al llegar al poder había
prohibido a sus súbditos que la llamaran reina o se postraran ante ella. Su
accesibilidad, buen sentido del humor y alegría le hizo muy popular. El capitán holandés Fuller, que
era su aliado, cuenta que la reina Nzinga, aparte de ser una libertadora de su
pueblo y verdadera estratega militar, tenía entre cincuenta y sesenta jóvenes
como esposos, pues era una mujer de impresionante belleza y aguda inteligencia. Los
portugueses y luego otros blancos europeos difundieron la leyenda negra de que tras
pasar la noche con alguno de los soldados luego los mandaba a descuartizar.
Un 17 de diciembre de 1663, la
muerte se llevó a Nzingha. Los portugueses, muerta la mujer que tantos
impedimentos les puso para llevar a cabo su nefasta práctica negrera, lograron
expandir su tráfico de esclavos.
El ejemplo de Nzingha ha servido
de inspiración no solo para grandes dirigentes independentistas por doquier,
sino que su valentía, sagacidad y dedicación han sido retomados por muchas
mujeres al optar por una carrera militar. Su preocupación por la integridad de
las selvas africanas la definen como una precursora de los ecologistas, y su
amor por los niños y los animales nos revelan un corazón tierno debajo de la
coraza de su voluntad férrea. Hoy su leyenda vive incluso en la cultura de
origen negra del Brasil, donde es llamada Jinga o reina Ginga, estando siempre
presente en los carnavales de ese país.
Fuentes: Wikipedia; Cecilia Ruiz
de Ríos
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